Silvicultura
y manejo forestal en miras de la adaptación de
los bosques al cambio climático
Alvaro
Promis
Consultor forestal y Académico Jornada Parcial
Departamento Silvicultura, Universidad de Chile
alvaro.promis@gmail.com
Resumen
A
lo largo del siglo 21 se espera que el cambio
climático ejerza un gran impacto en los
ecosistemas forestales a nivel mundial. Es necesario
evaluar los efectos a largo plazo que tendrá
el cambio climático en nuestros bosques.
De esta manera y en forma informada, la población
podría entender los múltiples beneficios
de la sustentación de la diversidad, la
sanidad y la resiliencia de los bosques. Así
mismo, los bosques podrían tener una participación
importante en el desarrollo y en la implementación
de acciones para responder contra los efectos
del cambio climático.
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Introducción
El
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC por sus siglas en inglés)
ha concluido que el calentamiento del sistema climático
es inequívoco. Las observaciones hechas en todos
los continentes y en la mayoría de los océanos
evidencian que numerosos sistemas naturales están
siendo afectados por cambios del clima regional, particularmente
por un aumento de la temperatura (IPCC 2007).
El
calentamiento promedio mundial de los últimos
50 años se debe muy probablemente a los aumentos
de los gases de efecto invernadero de origen antropogénico.
Sin embargo, los efectos de los cambios climáticos
sobre los sistemas humanos y sobre ciertos sistemas
naturales son difíciles de detectar, debido a
la adaptación y a causas no climáticas,
tal como el cambio de uso de la tierra (IPCC 2007).
Es
probable que algunos sistemas, sectores y regiones resulten
especialmente afectados por el cambio climático.
Entre estos se destacan ciertos ecosistemas tales como
las tundras, los bosques boreales, las montañas,
los ecosistemas de tipo mediterráneo, los manglares,
las marismas, los arrecifes de coral y el bioma de hielos
marinos (IPCC 2007).
El
cambio climático y el cambio de uso de la tierra
han sido vistos como las principales causas de deterioro
ambiental para Latinoamérica durante el presente
siglo (Veblen et al. 2007).
Para
Latinoamérica el IPCC indicó que los aumentos
de temperatura y las correspondientes disminuciones
de la humedad del suelo originarían, durante
el presente siglo, una sustitución gradual de
los bosques tropicales por las sabanas en el este de
la Amazonía. La vegetación semiárida
sería sustituida por la vegetación de
tierras áridas. Se proyectan pérdidas
de diversidad biológica, con extinción
de especies en las áreas tropicales. La productividad
de algunos cultivos importantes disminuiría,
lo que atrae la incertidumbre de un posible aumento
en el número de personas amenazadas por el hambre.
Además, los cambios en las pautas de precipitación
y la desaparición de los glaciares afectarían
notablemente la disponibilidad de agua para consumo
humano, agrícola e hidroeléctrico (IPCC
2007). Sin embargo, los cambios en el uso de la tierra,
tales como la deforestación, son importantes
agentes de deterioro ambiental que no pueden dejarse
fuera de este contexto (Veblen et al. 2007).
En
Chile, el estudio de variabilidad climática para
el siglo 21 (CONAMA 2006) concluye que se producirá
un calentamiento global a nivel nacional, que disminuirá
de norte a sur. Desde el punto de vista pluviométrico,
las precipitaciones disminuirán en todo el país,
a excepción de la región altiplánica
en verano y el extremo austral en invierno. A esto se
suma la elevación en altura de la isoterma 0.
Por un lado, con esto se verá disminuida la reserva
de nieve para producción de agua, y por otro
lado se verán incrementadas las crecidas invernales
de los ríos con cabecera andina.
El
Plan de Acción de Cambio Climático para
Chile desarrollado por CONAMA (2008), constituye el
marco de referencia nacional para las actividades de
evaluación de impactos, vulnerabilidad y adaptación
al cambio climático, y de mitigación de
las emisiones de los gases de efecto invernadero. Este
plan contempla lineamientos y acciones para los tres
ejes de la Estrategia Nacional de Cambio Climático,
los cuales son: 1) Adaptación a los impactos
del cambio climático, 2) mitigación de
las emisiones de gases de efecto invernadero y 3) creación
y fomento de capacidades para abordar el problema en
Chile.
Una
acción dentro del eje de adaptación para
el sector silvoagropecuario ha sido la de actualizar
el conocimiento sobre vulnerabilidad frente a diferentes
escenarios de cambio climático. Bajo este contexto
CONAMA-ODEPA-FIA (2008a, b) entregan un análisis
de vulnerabilidad del sector silvoagropecuario, recursos
hídricos y edáficos de Chile. Desde el
punto de vista forestal solamente se analizaron las
plantaciones de Pinus radiata y de Eucalyptus
globulus. Para las plantaciones de P. radiata
se concluyó que podría existir una disminución
de su potencial productivo entre las regiones de Coquimbo
y Metropolitana, como una consecuencia de un posible
aumento del déficit hídrico. En cambio
podría existir un mejoramiento del potencial
productivo desde la Región de la Araucanía,
con especiales incrementos dese la Región de
Los Lagos hasta Chiloé, debido a un alargamiento
del período de crecimiento por el aumento de
las temperaturas primaverales y otoñales. Para
el caso de las plantaciones de E. globulus, según
CONAMA-ODEPA-FIA (2008a) en la Región de Coquimbo
el potencial productivo se deterioraría, pero
CONAMA-ODEPA-FIA (2008b) concluye que el potencial productivo
mejora levemente. De todas maneras el potencial productivo
para esta especie se verá favorecido desde la
Región de la Araucanía hacia el sur, especialmente
en las regiones de Los Ríos y de Los Lagos.
El
objetivo de este artículo es entregar una visión
sobre las alternativas de adaptación que se podrían
tener presentes para llevarlas a cabo a nivel silvicultural
y de manejo forestal en miras de la adaptación
de nuestros bosques (nativo o plantaciones) al cambio
climático.
Adaptación
y mitigación
Adaptación
y mitigación son dos de los tres ejes de la Estrategia
Nacional de Cambio Climático en Chile (CONAMA
2008). Adaptación se puede definir como la modificación
en los sistemas naturales o humanos en respuesta a los
estímulos climáticos actuales o esperados
o sus efectos, los cuales regulan el daño o aprovechan
oportunidades beneficiosas (Klein et al. 2007). Mientras
que mitigación corresponde a toda intervención
antropogénica que reduce las fuentes o aumenta
los sumideros de gases de efecto invernadero (Klein
et al. 2007).
La
adaptación y la mitigación son acciones
necesarias para reducir los riesgos del cambio climático,
sin embargo, sus efectos varían en el tiempo
y espacio (Parry et al. 2007). Desde el punto de vista
de mitigación, se proyecta que los beneficios
de las acciones podrían ser observados a mediados
del siglo 21 (Parry et al. 2007). Por ejemplo Claro
(2007) comenta que si se congelasen hoy todas las emisiones
de gases de efecto invernadero, las temperaturas seguirían
subiendo por un lapso de tiempo, debido a los procesos
naturales en la Tierra. Por otra parte, las respuestas
y acciones del mundo político, empresarial e
individual a la mitigación han sido lentas e
insuficientes (Claro 2007).
Desde
el punto de vista de mitigación, se debe tener
cuidado con ciertas políticas, tales como la
conversión de bosques primarios en plantaciones
de rápido crecimiento en un intento de secuestrar
una gran cantidad de carbono. Por ejemplo, en el caso
de aquellas plantaciones forestales que presentan una
alta probabilidad de verse afectadas por incendios forestales,
podrían liberar más carbono que lo que
secuestrarían (Veblen et al. 2007).
Además,
contrariamente se ha informado al público que
los bosques primarios en fases de edad avanzada (por
ejemplo en desmoronamiento), cesan su captura de carbono.
Sin embargo, ha sido demostrado que estos bosques pueden
continuar acumulando carbono, tanto en sus tejidos leñosos
vivos y en la materia orgánica de lenta descomposición
que se encuentra en el mantillo y en el suelo del bosque
(Luyssaert et al. 2008).
Por
lo tanto el desarrollar prácticas o técnicas
de adaptación han pasado a tener una alta importancia
(Claro 2007), pues por un lado podrían aumentar
la resiliencia de los bosques, y por otro reducir su
vulnerabilidad a los cambios climáticos que han
sido ya observados o son esperados en el futuro (Adger
et al. 2007). La adaptación no es algo que debe
ser aplicado en el futuro, las acciones deben ser necesarias
ahora para anticiparse a las condiciones futuras (Spittlehouse
y Stewart 2003).
Bajo
este contexto, uno puede cuestionarse si las acciones
del sector forestal chileno tendientes a adaptarlo al
cambio climático han sido suficientes hasta la
fecha, y si las iniciativas tendientes al desarrollo
están integrando la adaptación.
Bosques
y cambio climático
Se
espera que los bosques de todo el mundo se vean influenciados
por los efectos del cambio climático dentro del
presente siglo (Estaugh 2008). El cambio climático
probablemente afectará los bosques alterando
la frecuencia, intensidad, duración y tiempo
de impacto de muchos tipos de perturbaciones, tales
como viento, inundaciones, sequía, ataque de
insectos y patógenos, especies introducidas,
deslizamientos de tierra e incendios (Dale et al. 2001,
Skinner 2007).
Además
se producirán otros efectos ecológicos
que van desde cambios fenológicos y extensiones
de los períodos de crecimiento vegetativo hasta
cambios estructurales de los bosques, migraciones de
especies y extinciones de otras (Estaugh 2008). Por
otro lado, es importante destacar, que además
del cambio climático existen otros agentes antropogénicos
de estrés que estarían interactuando en
conjunto, tanto a escala local como global, tales como
la polución atmosférica, el cambio en
uso del suelo y la invasión de especies foráneas
(Noss 2001, Millar et al. 2007).
Hasta
la fecha no está claro como se verá afectada
la dinámica de las perturbaciones a lo largo
del país debido al cambio climático, entre
ellas el viento. Por ejemplo, en el norte de Europa,
en algunas partes de Asia, en Nueva Zelanda se espera
que ocurra un aumento en las velocidades del viento
(Christensen et al. 2007). Sin embargo es bastante clara
la importancia que tiene las perturbaciones a gran y
pequeña escala en la dinámica de regeneración
de los bosques andinos del sur de Chile (Veblen et al.
1996, Pollmann y Veblen 2004). Ellos demostraron que
a bajas elevaciones, en condiciones de clima templado,
donde especies de Nothofagus compiten con otras especies
forestales tolerantes a las sombra, las perturbaciones
de gran escala (deslizamientos de tierra, incendios,
caída masiva de árboles por efecto del
viento, etc.) parecen ser muy importantes para la regeneración
y mantención de las especies. A elevaciones más
altas, en sitios de condiciones subóptimas, donde
la riqueza de especies forestales es menor, las especies
de Nothofagus parecen ser capaces de regenerar después
de perturbaciones de gran escala, como también
después de la ocurrencia de perturbaciones de
pequeña escala o claros de dosel, donde pocos
árboles mueren.
Bajo
este contexto ¿que debería ocurrir con
estos bosques? Si el establecimiento de la regeneración
y el crecimiento de los árboles se vieran influenciados
por el cambio climático y por la ocurrencia de
recurrentes perturbaciones, las que también pueden
ser más intensas en magnitud, seguramente se
verá comprometida la relación competitiva
entre las especies, y afectada la potencial composición
de especies del parche, rodal o bosque. Por ejemplo
en el noreste de Alemania, el manejo forestal actual
está intentando transformar bosques puros de
coníferas en bosques mixtos y multietáneos.
Sin embargo los posibles impactos del cambio climático
han agregado una nueva incertidumbre en la dificultad
de alcanzar la composición de especies en estos
bosques (Lindner 2000).
Por
otro lado, en la zona de clima mediterráneo y
en el norte de la Patagonia el uso histórico
del suelo (quemas recurrentes y sobrepastoreo) ha provocado
que muchos bosques se hayan transformado a matorrales
(Armesto et al. 2007, Veblen et al. 2007). La estructura
de estos bosques con altos niveles de material combustible
los hace muy susceptibles al efecto de incendios forestales.
Por lo tanto considerando las proyección de un
futuro más cálido, probablemente se verán
incrementadas las tasas de conversión de bosques
a matorrales debido a la influencia del fuego (Veblen
et al. 2007), provocando una selección negativa
de especies (Armesto et al. 2007).
Además
que las perturbaciones tales como los incendios, el
ataque de insectos y patógenos podrían
cambiar drásticamente el rol de los bosques como
secuestradores de carbón. Aquellos bosques que
podrían ser afectados por una de estas perturbaciones,
podrían llegar a emitir más carbono que
lo que podrían llegar a secuestrar (Schueneman
2009).
Adaptaciones
silviculturales y del manejo forestal bajo el paradigma
del cambio climático
Si
se acepta que el futuro será diferente al pasado
y al presente, entonces debemos pensar en nuevas medidas
silviculturales y de esta manera tender a mantener y
promover un manejo sustentable de los bosques (Millar
et al. 2007). En la agricultura, donde las rotaciones
son cortas, los cultivos podrían adaptarse rápidamente
para responder a los posibles cambios climáticos.
Sin embargo, desde un punto de vista silvicultural esto
es bastante improbable, especialmente en zonas de bosques
templados, donde en promedio las rotaciones pueden llegar
a durar entre 120 y 240 años (Lindner 2000).
El
cambio climático y ambiental modificará
las condiciones ecológicas y económicas
del manejo forestal, así como también
las funciones de los bosques para la sociedad (Jansen
et al. 2008). Es por esto que la adaptación a
los efectos del cambio climático debe referirse
a los ajustes en los sistemas ecológicos, sociales
y económicos (Spittlehouse y Stewart 2003). En
general las adaptaciones al cambio climático
nos obligarán a (Spittlehouse y Stewart 2003):
1. Establecer objetivos para los bosques del futuro
bajo el paradigma de cambio climático.
2. Aumentar la conciencia y educación dentro
de la comunidad forestal acerca de la adaptación
al cambio climático.
3. Determinar la vulnerabilidad de los ecosistemas forestales,
las comunidades de bosques y de la sociedad.
4. Desarrollar acciones adaptativas teniendo considerando
la relación costo – eficacia.
5. Manejar los bosques para reducir la vulnerabilidad
y aumentar el restablecimiento.
6. Monitorear continuamente para determinar el estado
de los bosques e identificar cuando se esté por
alcanzar umbrales críticos.
Debido
a esta incertidumbre futura bajo el paradigma del cambio
climático, la silvicultura y el manejo forestal
necesitarán de directrices flexibles, que sean
adaptables a las nuevas condiciones (Spittlehouse y
Stewart 2003, Jansen et al. 2008), entre las que se
incluirían estrategias de corto y largo plazo.
En
general existirían tres distintas opciones para
lograr una adaptación de los bosques al cambio
climático (Spittlehouse y Stewart 2003, Millar
et al. 2007, Jansen et al. 2008), las que serían:
1) Crear una resistencia al cambio, 2) promover una
resistencia al cambio, 3) permitir que los bosques respondan
al cambio.
La primera opción busca mejorar las defensas
de los bosques contra los efectos directos e indirectos
del los cambios medioambientales. Entre los tratamientos
se podrían incluir la remoción de elementos
combustibles alrededor de áreas con alto riesgo
o de alto valor, y también la remoción
intensiva de especies invasoras. Insectos y patógenos
nativos pueden transformarse en especies invasoras en
nuevos ambientes. De esta manera, tomar acciones de
defensa temprana contra la migración de especies,
sería de vital importancia para incrementar la
resistencia de los bosques (Millar et al. 2007).
La
segunda opción tiene relación directa
con la dinámica de las perturbaciones. Dale et
al. (2001) indican cuatro estrategias para abordar los
efectos de las perturbaciones en los bosques: i) Manejando
el sistema antes de la perturbación para reducir
la vulnerabilidad (alterando la estructura de los bosques,
modificando el estructura del paisaje y cambiando la
composición de especies) y para promover la recuperación
(alterando la estructura por medio de la promoción
de regeneración avanzada, ajustando la composición
de especies enriqueciendo el bosque con especies arbóreas
alternativas), ii) manejando la perturbación
para reducir la oportunidad en que la perturbación
ocurra (por ejemplo regulando las especies introducidas
o el uso del fuego) y para reducir el impacto de las
perturbaciones (por ejemplo respuestas rápidas
para controlar insectos, patógenos o incendios
forestales), iii) manejando la recuperación para
que sea más rápida (por ejemplo incorporando
diversidad estructural, plantando especies de sucesión
tardías o reduciendo el estrés medioambiental)
y para reducir la vulnerabilidad a futuras perturbaciones
(manejando la densidad arbórea, la composición
de especies, la estructura del bosque, y la localización
y tiempo de las actividades de manejo) y iv) monitoreando
para un manejo adaptativo, lo que consideraría
una medición del estado de los bosques con y
sin el efecto de la perturbaciones y determinar las
interacciones entre distintas perturbaciones.
La
tercera opción de adaptación considera
tratamientos que intencionalmente debería acomodar
cambios más que resistirlos. Estos tratamientos
imitarían, asistirían, o permitirían
procesos adaptativos en el desarrollo tales como dispersión
de especies y migración, mortalidad poblacional
y colonización, cambios en las dominancias de
especies y composición de comunidades, y cambios
en las regímenes de perturbaciones. El objetivo
estratégico es fomentar la adaptación
gradual y la transición al cambio inevitable,
y por lo tanto impedir umbrales rápidos o conversiones
catastróficas que podrían ocurrir de cualquier
manera. Algunas prácticas serían: i) Asistir
las transiciones, la migración de especies a
lo largo de gradientes climáticos esperados,
los eventos de mortalidad, el ajuste de las poblaciones,
el rango de variaciones y otras adaptaciones naturales,
ii) incrementar las zonas de amortiguación creando
diversidad a través de prácticas que extiendan
los riesgos más que los concentren, introduciendo
especies en un rango de ambientes mayor al de su distribución
histórica, de su hábitat preferido, o
de su proyectado ambiente futuro, iii) expandir directrices
de diversidad genética, así genotipos
seleccionados a través de un amplio espectro
de adaptaciones debería ser favorecido, iv) manejar
para un asincronismo, lo cual puede ser alcanzado promoviendo
una diversidad de clases de edades, mezclas de especies,
diversidad de estructuras dentro del rodal y del paisaje,
y promoviendo también la diversidad genética,
además de usar la fase de establecimiento para
reiniciar sucesión, ya que las primeras fases
dentro de la sucesión son mas adaptables a las
condiciones presentes y futuras más que a las
del pasado, v) promover la conexión de paisajes,
vi) realinear condiciones perturbadas en el sentido
de restaurar condiciones perturbadas tomando en cuenta
las condiciones ambientales presente o futuras más
que las pasadas, vii) experimentar con refugios, etc.
(Millar et al. 2007).
En
general, un bosque nativo bien manejado tendrá
más oportunidades de sobrevivir o adaptarse a
la amenaza del cambio climático. Sin embargo,
deberíamos tener en consideración que
la implementación de algunos tratamientos silviculturales
continuará simplificando y homogenizando bosques
que entran a condición de manejo, lo cual impedirá
una tendencia natural de estos sistemas (bosques), la
que corresponde a la facilidad de adaptarse rápidamente
al efecto de la ocurrencia de perturbaciones recurrentes
o nuevas u otros cambios ambientales (Puettmann et al.
2009).
Perspectivas
Para
desarrollar un paquete de medidas de adaptación
es fundamental definir escenarios de vulnerabilidad
al cambio climático. Sin embargo, hasta la fecha
solamente se ha publicado información de vulnerabilidad
respecto a las plantaciones forestales de P. radiata
y de E. globulus, dejando más que claro
la existencia, desde un punto de vista climático
y no edáfico, de un desplazamiento de las zonas
de mejor potencial productivo hacia el sur del país,
lo que se traducirá en una alta demanda por tierras
para el establecimiento de nuevas plantaciones.
Desde
el punto de vista silvicultural y de manejo forestal
es necesario que se avance rápidamente en algunas
de las recomendaciones señaladas en el Plan de
Acción Nacional de Cambio Climático (CONAMA
2008) tales como: i) Evaluar el impacto de las alteraciones
climáticas en las áreas silvestres protegidas,
ii) identificar y profundizar el conocimiento de los
impactos producidos por la alteración de los
regímenes hidrotérmicos en los tipos forestales
del bosque nativo, iii) identificar y profundizar el
conocimiento del impacto de los cambios climáticos
en el avance de la desertificación y los procesos
erosivos, especialmente en las zonas norte y centro-sur
del país, iv) evaluar y fomentar la investigación
en el uso de sistemas de control integrado de plagas
y enfermedades, entre otros. De esta manera se podrá
tener una mejor idea de la real vulnerabilidad que presenta
en conjunto el sector forestal, para poder desarrollar
e implementar medidas reales de adaptación ante
la eventual amenaza del cambio climático.
En
estos tiempos de incertidumbre la mejor manera de preparación
es mantenerse informado, y de esta manera usar el conocimiento
para desarrollar soluciones efectivas e innovadoras
a nivel nacional, regional o local (Millar et al. 2007).
En
fin, el paradigma del cambio climático nos debe
hacer reevaluar el cómo podríamos cumplir
nuestra misión de mantener la salud, la diversidad
y la productividad de nuestros bosques para el presente
y las futuras generaciones (Schueneman 2009).
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Oxford University Press, New York, USA, pp. 340-352.
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