Opinión:
¿Qué
es el desarrollo?
Por
Carlos Zamorano
Ingeniero Forestal
Socio AIFBN
Nuestro país acaba de ser invitado como miembro
permanente en el selecto grupo de países miembros
de la OECD (Organisation for Economic Co-operation and
Development - Organización para la Cooperación
Económica y Desarrollo). La entidad, que agrupa
a los países más industrializados del
mundo, tiene por misión coordinar las políticas
sociales y económicas de los estados miembros
para “fomentar la prosperidad y la lucha contra
la pobreza a través del crecimiento económico
y la estabilidad financiera”. Es en este contexto
en que, creo, debemos reflexionar sobre la importancia
que el “desarrollo” y el “crecimiento
económico” han tenido, tienen y tendrán
en la construcción de una sociedad deseable según
modelos de bienestar impuestos desde otras realidades.
La
imposición del concepto de desarrollo surge con
el fin de la Segunda Guerra Mundial, junto con el nacimiento
de un nuevo orden mundial, sustentándose en el
supuesto occidental de homogeneidad y evolución
lineal del mundo. Desde ese momento, los llamados subdesarrollados
dejaron de ser lo que eran, una mayoría heterogénea
y diversa. Fue el origen del Primer y Tercer mundo,
el Norte y Sur, definidas según el desarrollo
como las más avanzadas y las más atrasadas,
respectivamente. Dos regiones opuestas que poseen distintas
características y problemas.
El
término “desarrollo” tiene diversos
significados, desde una noción biológica
hasta el área social, que lo define como un proceso
gradual de cambio, siendo el hombre el autor de su propio
desarrollo. A pesar las distintas definiciones, el desarrollo
siempre implica un cambio favorable hacia una meta deseable.
Pero, ¿cuál es entonces esta “meta
deseable”?
Desde
que se estableció el modelo de desarrollo, el
principal indicador de bienestar lo constituyó
el crecimiento económico. Es decir, entre más
crece un país, más cerca se está
del desarrollo. Ello implica que, con el afán
de seguir este modelo de éxito, los países
más “atrasados” explotan sus recursos
naturales de manera muchas veces incontrolada y con
un criterio netamente de corto plazo, que ha generado
procesos irreversibles de degradación medioambiental
y altas tasas de contaminación de aguas y suelos.
El
desarrollo implica el dominio económico de las
naciones del Norte sobre las del Sur, a través
del cual se ha desvalorizado todas las demás
formas de existencia social, transformando a la población
en mano de obra comercializable. A su vez, el subdesarrollo
se enfoca como un proceso de perfeccionamiento desde
formas primitivas del sistema económico hacia
formas más modernas y perfectas, como las que
idealmente existen en los países desarrollados.
El objeto del desarrollo es alcanzar el sistema económico,
social y político existente en los países
“avanzados”, surgiendo una actitud paternalista
por parte de Occidente (perpetuando la idea hegemónica
de su superioridad) ante la realidad de las naciones
subdesarrolladas. Esta es caracterizada según
diversos autores del “Norte” como una realidad
primitiva, con bajos niveles de educación, caracterizada
por su pasividad e ignorancia, falta de iniciativas
y tradiciones.
El
desarrollo y subdesarrollo pueden comprenderse, entonces,
como estructuras parciales, pero interdependientes,
que conforman un sistema único. La característica
principal que diferencia ambas estructuras es que la
desarrollada, en virtud de su capacidad endógena
de crecimiento, es la dominante, y la subdesarrollada,
dado el carácter inducido de su dinámica,
es dependiente, lo que se aplica tanto entre países
como dentro de un país. En relación a
esto último, es necesario destacar que, aunque
más de la mitad de la población mundial
se encuentra en una profunda miseria, los sectores vinculados
a la exportación e industrias en los países
subdesarrollados presentan niveles de vida incluso superiores
a los de los propios países industriales.
A
la luz de estos antecedentes, es necesario plantearse
una serie de cuestiones. Una de ellas, sin duda, corresponde
al futuro y al papel que nos corresponde como individuos
frente al modelo impuesto de sistema económico,
social y cultural predefinido como “deseable”,
destruyendo no sólo la diversidad que comprenden
las naciones llamadas subdesarrolladas, sino que también
su propia identidad cultural. ¿Es entonces el
desarrollo sinónimo de bienestar?
“…..su
alimentación es inadecuada y son víctimas
de enfermedades. Su economía es primitiva y estancada.
Su pobreza es una desventaja y una amenaza tanto para
ellos como para las regiones más prósperas.
Por primera vez en la historia del hombre la humanidad
posee el conocimiento y la capacidad para aliviar el
sufrimiento de esta población…una mayor
producción es la llave para la prosperidad y
la paz….”
Discurso
de investidura del Presidente de Estados Unidos de Norteamérica,
Harry Truman (1949).
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