Chaco Argentino: Territorio en disputa
Patricia
Valdivia¹
¹ Periodista
REDAF
Alejado
de la clásica imagen de la argentina porteña,
el territorio chaqueño es el lugar donde
se expresa un crisol de identidades, acompañada
de una diversidad natural que pese a su riqueza
hoy se encuentra amenazada por el avance de la
frontera agropecuaria.
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La palabra Chaco deriva
de la expresión quechua chaco que
significa lugar de cacería o cacería
en círculo que va estrechándose.
Y esto es lo que ha significado para los pobladores
rurales de la región el avance vertiginoso de
los monocultivos de exportación, como la soya,
sobre las tierras forestales del Chaco argentino.
Según datos de la Red Agroforestal Chaco Argentina
(REDAF), a octubre de 2010, existían en la región
cerca de 9 millones de hectáreas afectadas por
conflictos ambientales y disputas por la propiedad de
la tierra, afectando a cerca de un millón de
personas, la mayoría campesinos y comunidades
aborígenes. Dentro de las problemáticas
ambientales la deforestación es la más
significativa, seguida por la contaminación,
principalmente derivada del uso masivo de agroquímicos
y obras de infraestructura. Tanto en los casos de conflictos
por la tierra como en los ambientales, un factor común
es que la gran mayoría se desatan a partir del
2000, fecha que coincide con el boom de los monocultivos
de exportación en la Argentina.
Salta, capital de la deforestación
Un caso paradigmático de esta situación
ocurre en la provincia de Salta, ubicada en el noroeste
argentino colindante con nuestra región de Antofagasta.
En esta provincia la producción de soya creció
en un 668% en las dos últimas décadas
pasando de 220 mil toneladas a 1,66 millones de toneladas
entre 1990 y 2010.
Vinculados a estos agronegocios se reactivó el
mercado de tierras rurales y se comenzó a delimitar,
alambrar y deforestar grandes superficies de tierra,
eliminando gran parte de los circuitos de recolección
de las comunidades originarias Wichí y expulsando
a los campesinos criollos y su ganadería extensiva.
Tomando
los índices de deforestación de sólo
uno de los departamentos de la provincia de Salta, se
ve que sólo en los tres últimos años
se deforestó más del doble de todo lo
talado en la década previa al boom de los agronegocios
(32.418 has entre 1996-2006, 69.027 hás entre
2007-2010). Esta avanzada continúa a pesar de
que en el año 2008 la Corte Suprema de Justicia
Argentina decretó una medida cautelar que determinó
la suspensión de la tala, por las graves consecuencias
que esta actividad estaba teniendo para la población
rural de la provincia.
Esta
situación de acaparamiento de tierra ha implicado
la migración forzada de las comunidades rurales,particularmente
indígenas, hacia poblados y centros urbanos,
obligándolos a vivir dependientes de subsidios
sociales por la escasez de fuentes de trabajo y porque
el bosque, su fuente de sustento tradicional, ya no
existe.
En el Chaco Argentino viven más de 100 mil personaspertenecientes
a pueblos originarios (Qom, Pilagá, Mocoví,
Wichí, entre otros), que habitan principalmente
las áreas rurales de este territorio. Esta cifra
equivale a cerca del 6% del total de aborígenes
que habitan el país. En su mayoría son
pueblos cazadores recolectores, por lo tanto la destrucción
del bosque resulta para ellos devastadora económica
yculturalmente.
Nosotros
vivimos por el monte (bosque), relata Jonatan
Félix, un dirigente indígena Wichí
local, el monte es el lugar donde vamos a campear,
a hacer la recolección de miel, es la cultura
de nosotros. No podemos hacer desaparecer las cosas
que siempre hemos sido, es imposible, por más
que quiera cambiar mi forma de ser, me pongo un saco
una corbata, no puedo
La comida mía la
saco del monte, hay animales, hay frutas, para nosotros
esa forma de vivir todavía continua, no queremos
olvidarnos de lo que fuimos y de lo que somos, lo que
pasa es que nos quitan eso.
Un ejemplo de esta expropiación a los pueblos
originarios chaqueños, es el cada vez más
difícil acceso al chaguar, una planta alimenticia
y textil que ha sido tradicionalmente utilizada por
el pueblo Wichí. La palabra chaguar
es de origen quechua, y también se lo llama caraguatá
en las zonas donde el guaraní tiene influencia.
Es una planta que se encuentra en el chaco semiárido,
de las provincias de Salta y Formosa, cuya resistente
fibra la utilizan desde tiempos inmemoriales para confeccionar
objetos domésticos como bolsos, ponchos, ropa,
redes, sogas, y para sus actividades de subsistencia.
No se cultiva; crece a la semisombra del estrato medio
de los bosques chaqueños, y se reproduce por
estolones. Las mujeres wichí preparan las fibras
de chaguar usando las mismas técnicas que sus
antepasados. El proceso comienza en el monte con la
recolección de las hojas. Del corazón
de ellas extraen las fibras más largas y resistentes
que pelan, machacan y lavan, obteniendo un hilo fuerte
y resistente al desgaste y la humedad.
Los
hilos son teñidos con lo que la naturaleza les
brinda, raíces, frutos, hojas, logrando diversos
colores. Por ejemplo, con viruta de palo santo se obtiene
el verde, con resina de algarrobo el marrón oscuro,
con corteza de tuna el rojo, con guayacán el
negro, con palo amarillo el azul. Antes estaba
al alcance de la mano, pero hoy caminamos kilómetros
y kilómetros para buscar el chaguar, nos han
quitado, han destruido lo que nos pertenece y la gente
piensa que somos los malos, nos pregunta porqué
mezquinamos el monte, pero nosotros lo que queremos
es mantener todavía nuestra cultura nuestras
costumbres
lo que de somos y vamos a seguir siendo,
nos cuenta Jonatan Félix.
Respecto
a la aplicación efectiva de las normas y fallos
que los protegen, como la medida cautelar de la Corte
Suprema, Félix señala que los desmontes
continúan, nadie le da importancia a la Ley 26.160
que protege los territorios de los pueblos originarios,
ni a la Ley de Bosques, no se respeta nada. Perdemos
muchas hectáreas del poco bosque que nos va quedando.
Nosotros creemos que al hacer una denuncia a Medioambiente
o la policía se va a respetar la ley, pero no
se respeta, pareciera que hay que usar la fuerza de
uno para defender. Y se piensa que por que nosotros
no dejamos que trabajen las topadoras somos los malos,
pero no es así. Todos saben que el desmonte esta
prohibido, pero si usted camina va a ver que está
todo desmontado, todo campo sembrado, señala.
Santiago
del Estero, de pie por la tierra y el bosque
Símbolo
de la resistencia de las comunidades rurales al avance
de los monocultivos de exportación, el campesinado
de la provincia de Santiago del Estero, ubicada al centronorte
del territorio argentino a la altura de nuestra región
de Coquimbo, cuenta con organizaciones históricas
que han logrado mantener una postura firme contra el
avance de la deforestación y a favor del reconocimiento
de los derechos de las familias campesinas sobre las
tierras en las que habitan. La más importante
es el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE)
que aglutina a diversas organizaciones de la provincia.
Tal
como en el caso de Salta, la provincia de Santiago del
Estero registra un explosivo incremento de la superficie
dedicada al cultivo de soja, que en la campaña
2002 2003 ya triplicaba la superficie dedicada
a esta oleaginosa en campañas anteriores al 2000
(de 250 mil a 750 mil hectáreas).
Según
datos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria de Argentina), este aumento se debió
al efecto combinado de reemplazo de cultivos tradicionales
como el algodón y el maíz, por soja, y
el ingreso de nuevas tierras al proceso productivo.
Diego
Almaraz, comunidad de Pozo del Castaño y dirigente
de MOCASE, señala que antes había
más libertad, y esa libertad ahora está
en riesgo. No somos libres porque no podemos trabajar
normalmente, no podemos hacer nada porque estamos en
constante amenaza de desalojo. Antes éramos más
libres porque teníamos el monte, trabajábamos
a campo abierto
. En las zonas rurales de
esa provincia, no es extraño que se produzcan
atentados y amenazas a las familias campesinas, incluso
con armas de fuego, intentando amedrentarlas para que
desalojen los terrenos en que habitan.
A
pesar de eso, Diego y la organización que integra
desarrollan un trabajo permanente de capacitación
a las familias campesinas para que conozcan sus
derechos y no tengan miedo de decir que ellos son dueños
de la tierra y del monte, señala. Defendemos
por nuestros abuelos, nuestros ancestros, para defender
las raíces ancestrales, para defender la biodiversidad
que está muy vapuleada tanto en flora como en
fauna, y se viene todo abajo por esa causa. Defendemos
también por los chicos que vienen y por nosotros
mismos, reflexiona.
Para
Diego la defensa de la tierra y de los recursos naturales
son problemas que no han logrado una respuesta suficiente
de parte de las autoridades. Hay muchos funcionarios
indiferentes, que no toman cien por ciento esta problemática
que es grande y que va para más grande todavía,señala.
Chaco,
lugar de vida para toda vida
Cuando hablamos del Chaco Argentino y las provincias
que la integran, hablamos de las zonas de la Argentina
que presentan mayores índices de población
viviendo bajo la línea de pobreza y con Índices
de Desarrollo Humano que ponen en cuestión el
buen promedio del país trasandino a nivel latinoamericano.
Sin ánimo de simplificar las causas de esta situación,
podríamos decir que un factor de peso ha sido
el considerar este territorio siempre desde una óptica
extractivista, que le ha negado sistemáticamente
pensar en un desarrollo con una impronta ajustada a
sus particularidades.
La
Red Agroforestal Chaco Argentina señala que el
escaso peso político y económico de la
Región Chaco, que se agrava por el fraccionamiento
en distintas jurisdicciones políticas sin vinculación
entre ellas (
) El gran desconocimiento que existe
por parte de autoridades, técnicos y pobladores
del carácter, función y potencial del
ambiente Chaqueño, obliga a actuar con urgencia,
creando conciencia y políticas comunes.
Junto
con la necesidad de redistribuir y asegurar el derecho
a la tierra de los pobladores rurales, como base para
desarrollar cualquier propuesta, la REDAF apuesta por
difundir, profundizar y poner en valor experiencias
existentes en la región, que se sitúan
desde otra lógica, promoviendo el uso y manejo
sustentable del bosque, la puesta en valor de los productos
derivados de estas prácticas y el desarrollo
de tecnologías apropiadas para los pequeños
productores.
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Parte
de este esfuerzo lo constituye su participación
en el proyecto NATIVO, desarrollado junto a organizaciones
de Argentina y Chile y financiado por la UE. En el marco
de este proyecto REDAF pondrá en marcha 15 sitios
piloto, para fortalecer experiencias de manejo sustentable
del bosque en gran parte de las provincias de la región
chaqueña: Chaco, Formosa, Santiago del Estero,
Salta y norte de Córdoba y Santa Fe. Estas acciones
promovidas por técnicos de diversas ONGs, universidades
e instituciones de la región, beneficiarán
directamente a más de 2 mil personas.
Roberto
Larrea, presidente del la REDAF, señala que la
región chaqueña, manejada y utilizada
con criterio de sustentabilidad, tiene un potencial
productivo que está muy por encima de los valores
actuales. Con los conocimientos y tecnologías
existentes, podríamos llegar en poco tiempo a
triplicar la productividad forestal, ganadera y agrícola.
Pero uno de los ejes para materializar estas potencialidades
pasa obligadamente por esquemas de recuperación
de los recursos, creando sistemas productivos múltiples
que mantengan a su vez, el máximo de diversidad
biológica posible. Estas estrategias productivas
se logran mejor si son encaradas por los productores
organizados.
Defensa,
propuesta, organización son los ejes que movilizan
a muchísimas organizaciones campesinas e indígenas,
instituciones, ONGs, técnicos y muchos otros.
La consigna es que sólo así, con el trabajo
conjunto, se podrá poner en valor el patrimonio
invisibilizado que guarda el diverso territorio del
Chaco Argentino.
Alarmante
deforestación
El Chaco argentino abarca 12 provincias del norte
del vecino país, es su mayor área
forestal. Sin embargo es ahí donde se produce
la más alta tasa de deforestación
y la más álgida disputa por el uso
de sus recursos naturales.
El
Gran Chaco Americano es el área forestal
más importante del continente, después
de la Amazonía, abarca más de un
millón de kilómetros cuadrados,
que comparten cuatro países: Argentina
(59%), Paraguay (23%), Bolivia (13%), y una pequeña
porción de Brasil (5%). Su extensión
equivale a cinco veces el territorio de Ecuador
y es casi tan grande como Perú. Pese a
que se lleva la porción más significativa
del Gran Chaco Americano y que es la reserva forestal
más grande del vecino país, a la
fecha Argentina sólo tiene un 9% de esa
región declarada como área protegida,
y es el territorio donde se registran las más
altas tasas de deforestación.
Si
bien normativas recientes como la Ley de Presupuestos
Mínimos de Protección Ambiental
de los Bosques Nativos (26.331), promulgada por
la legislatura argentina a fines del 2008, obligaron
a las provincias a pensar con criterios de sustentabilidad
la ocupación y uso futuro del recurso forestal,
lo cierto es que en los Ordenamientos Territoriales
de Bosques Nativos derivados del proceso de aplicación
de esta ley, primó, en la mayoría
de los casos, un enfoque orientado a no afectar
los intereses de una agroindustria que en su afán
de expansión mira cada vez con más
interés el vasto territorio chaqueño.
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